Camino de Santiago

 

 

Maestro Mateo. Un genio de la escultura.

En el siglo XII el Maestro Mateo dejó una huella imborrable en la historia de la escultura edificando el pórtico de la Gloria,  una de las portadas más ricas y hermosas de todo el arte románico europeo.

El conjunto de la portada se asienta sobre las estatuas-columna de los profetas y los apóstoles, esculpidos con gran tridimensionalidad, constituyendo la evolución hacia el naturalismo gótico. La composición se completa con la imagen destacada de Santiago apóstol en el parteluz, situado en el centro, y con otros relieves y personajes conforman la iconografía de este bello pórtico, que destaca por su riqueza de formas y mensajes.







Camino de Santiago
Al hablar de Compostela y el Camino de Santiago, es recordar tradiciones, leyendas y mitos que nos remontan en la antigüedad en donde se solían marcar caminos en la tierra, de energía especial, de fuerzas telúricas, y quien transitaba por ellos  se movía por puntos vitales de gran contenido simbólico y místico.


Compostela deviene de Campus Stellae (Campo de la Estrella), haciendo referencia a las luminosidades, a las estrellas que se veían sobre la tumba del Santo antes de que se descubriese su cuerpo en el siglo IX. Desde Jaca hasta Compostela muchos lugares tienen la denominación de estrella o estela, como si el Camino de Santiago fuese una  estelar que debe terminar en un punto especial, el Campo de la Estrella.


Cuando los primeros cristianos comienzan a convivir con los hombres españoles del Pirineo, se encuentran con que éstos ya tienen profundas tradiciones y hablan de un Camino, de un Campo de la Estrella al cual se llega por un laberinto que es necesario recorrer para renovarse por dentro. Son vivencias arraigadas y se cristianizaron por las Órdenes de Cluny y la del Temple, que a partir del año 1000 en adelante, se encargan de todas las construcciones, mientras que los símbolos comienzan a tomar ahora una significación en total consonancia con el cristianismo: la estrellala conchala pata de oca, se transforman en símbolos cristianos y se adaptan a la peregrinación cristiana.


Aún es posible revivir aquel sentido de aventura espiritual, de renovación interior que se obtenía a lo largo del Camino. Atreverse a caminar hacia lo desconocido, superando pruebas, reencontrándose con nuestro verdadero ser. El peregrino siente el cansancio, y a la vez una energía que te eleva, que te acerca a sentir un vínculo y puente de unión entre los hombres y Dios.



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