La biblioteca del monasterio de Waldsassen
La joya arquitectónica del monasterio de Waldsassen es su impresionante sala de biblioteca. Decorada con magníficas tallas de madera, una maravillosa balaustrada y las pinturas en la bóveda, todo un lujo barroco.
Karl Stilp Escultor, 1668-1736 fue el responsable e toda la ejecución
escultórica de la biblioteca.
Las esculturas son alegorías de los vicios-defectos humanos,
no realizan una función de carga, sino que están creadas con fines decorativos-educativos.
Son diez bufones con su sentido simbólico:
El primero en la fila fue
el malvado bufón. Es decir, según los monjes cistercienses, la ira es el vicio
humano más terrible, aunque
muchos filósofos cristianos llaman al orgullo el pecado principal.
El segundo bufón con orejas
de burro representa la estupidez y la pereza. Está vacío. La estupidez en la
Edad Media no se consideraba una naturaleza determinada, sino un pecado, como
la pereza.
El tercer bufón es la
glotonería y el descuido. Tiene una barba larga descuidada en la
que incluso los ratones estaban infestados de migas.
Y esto es una burla. A
juzgar por su rostro arrugado, claramente no sonríe de buena gana, sino con
malicia y burla. Es interesante que tal pecado, el regodeo, no esté en las
distintas listas de pecados mayores, pero los monjes Waldsassen consideraron
necesario prestar especial atención a este pecado.
Un
fanfarrón en alemán es una especie de juego de palabras que significa
“cortador”, por lo que está con un cuchillo, y también tiene el significado de
informante.
Bufón ignorante
El ignorante,
es uno de los bufones más populares de la Biblioteca Waldsassen. Pero, por
supuesto, la ignorancia no está en la Lista de Pecados Mayores. La falta de
educación empezó a ser percibida como un pecado sólo durante la Ilustración.
Bufón arrogante, representando la arrogancia.
Bufón vano, representando la vanidad.
Este bufón con traje oriental y turbante en la cabeza simboliza la curiosidad.
Y aquí está el décimo
bufón: un hipócrita con un pájaro del conocimiento de sí mismo en la cabeza.
Sí, hay un verdadero enigma con este último chiste. Por su ropa queda claro que
es un ministro de la iglesia, un pastor. El pájaro del autoconocimiento,
perforando su nariz, grita: ¡hombre, conócete a ti mismo!
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